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Problemas ambientales en la Albufera de València

Naturaleza Rodeada

Los Parques Naturales son laboratorios de sostenibilidad donde estudiar y poner en práctica estrategias para hacer compatibles las actividades humanas con la conservación de los valores naturales. Si hay un entorno donde naturaleza y actividad humana conviven en un mismo espacio, ese es el Parque Natural de l'Albufera de Valencia.

 Un Parque Natural rodeado por una gran metrópoli
Un Parque Natural rodeado por una gran metrópoli

Al pensar en un Parque Nacional nos viene a la cabeza la idea de un área predominantemente salvaje y con presencia del hombre minoritaria. Por otro lado, el concepto de Parque Natural integra muchos otros aspectos. Y muy especialmente si hablamos del Parque Natural de l'Albufera de Valencia. Diferentes actividades tienen lugar en este entorno desde hace siglos. Su propia naturaleza actual es en gran parte fruto de las transformaciones a las que generaciones de habitantes la sometieron para sacar frutos de sus tierras (sal, leña, caza, pescado, arroz...). Esas transformaciones conformaron un sistema sostenible de convivencia entre los pobladores y su medio ambiente.

Hoy en día, además de estos usos tradicionales han surgido muchos otros cuya compatibilidad con la conservación de los ecosistemas es complicada.

  • Vivienda (dentro y fuera del área protegida). En torno al área protegida se extiende el área metropolitana de Valencia, con más de un millón y medio de habitantes.
  • Industrialización del entorno.
  • Turismo. El Parque Natural recibe un elevadísimo número de visitantes atraídos por sus playas y gastronomía.
  • Movilidad y tráfico: El área protegida es atravesada por varias vías de comunicación con altos niveles de tráfico.
  • Intensificación de la agricultura. Tanto en los arrozales del entorno como en las cuencas que aportan agua. Como consecuencia se ha reducido la cantidad y calidad del agua que alimenta al lago.
El aumento de estas actividades humanas modernas que afectan a la conservación del Parque Natural supone un reto que requiere de una cuidada gestión, estudio, reglamentación, inversiones, decisiones... Muchas veces la protección de los valiosos ecosistemas de este espacio conlleva la restricción de ciertos usos y limitaciones... pero también oportunidades para una nueva forma de desarrollo.

Agua

El lago de l'Albufera es uno de los ecosistemas más valiosos de todo el conjunto del Parque Natural. Sus aguas atraen a innumerables aves que eligen l'Albufera como lugar de alimentación, descanso y cría. Sin embargo, el estado ecológico del lago está lejos del de hace apenas unas décadas. En los años 60, antes del desarrollo urbanístico del área metropolitana de Valencia, sus aguas eran transparentes (¡los pescadores bebían, en algunos puntos que bien conocían, directamente del lago!), plantas acuáticas dibujaban su fondo y multitud de especies diferentes de peces nadaban a sus anchas. Las ratas de agua y las nutrias, muy exigentes con la limpieza de sus hábitats, encontraban en l'Albufera un lugar ideal para vivir. La transformación agraria del entorno del lago había cambiado su naturaleza de marisma salobre a un vergel de biodiversidad lleno de limpia agua dulce.

Lago de l'Albufera
Lago de l'Albufera

Sin embargo, el inevitable crecimiento urbano, agrícola e industrial de Valencia y los pueblos cercanos provocaron a principios de los años 70 una degradación muy fuerte de la calidad del agua de l'Albufera. Se acabaron los tiempos en que el fondo se veía desde la superficie. Sin aguas cristalinas desaparecieron las plantas acuáticas, la mayor parte de especies de peces, moluscos, insectos acuáticos... pequeños mamíferos afectados por la ruptura de su cadena trófica...

Hoy en día, si bien el lago sigue siendo un gran foco de biodiversidad, sus aguas siguen sin ser transparentes, sólo unas pocas especies de peces, muy resistentes a la supervivencia en aguas turbias, persisten en el lago, y pocas plantas acuáticas aguantan las condiciones de eutrofización fruto de la alta concentración de materia orgánica en el agua.

En los últimos años las administraciones están realizando esfuerzos de cara a la mejora de los sistemas de saneamiento para depurar los efluentes antes de que lleguen al lago.

La asignatura pendiente: Garantizar a l'Albufera un caudal ecológico de agua en CANTIDAD y CALIDAD suficiente para devolverle el buen estado ecológico del que gozó hasta los años 60.

Cantidad

Para el complejo sistema vivo de l'Albufera el agua es, como en todos los humedales, el elemento clave e imprescindible. El lago necesita un caudal suficiente para mantener a todos sus organismos. Sin embargo, cada vez llega menos agua de calidad a l'Albufera, lo que compromete su conservación.

El agua que llega a l'Albufera tiene diferentes orígenes:

  • Retornos de riego: sobrantes de los utilizados en los campos de cultivo que, desde los ríos Júcar y Turia, pasan por éstos hasta llegar al lago. Estas aguas se mezclan con aportes que provienen de núcleos urbanos y polígonos industriales. Durante las épocas de cultivo de arroz, la calidad del agua mejora considerablemente gracias al efecto de "lagunaje" o filtro verde que desempeña el arrozal.
  • Descargas de aguas subterráneas del acuífero procedentes del ciclo natural: estas surgencias de agua de gran calidad o “ullals” han disminuido considerablemente en la laguna. Aún se mantienen algunas de estas surgencias o "ullals" entre los arrozales.
  • Aportes superficiales de escorrentía natural (agua de lluvia), procedentes de unas cuencas fuertemente urbanizadas o en proceso de urbanización: Las crecidas por lluvias en los barrancos tributarios arrastran una gran cantidad de sedimentos antrópicos y materiales erosionados.
  • Efluentes de origen urbano o industrial y efluentes tratados en las estaciones depuradoras de aguas residuales.

La entrada más importante de agua es la procedente del río Júcar (en calidad y preponderancia) junto con los retornos procedentes del río Turia. Históricamente suponían más del 85% de todas las entradas al sistema. En los últimos años estos aportes se han reducido drásticamente. Estudios de los años 2003 y 2004 revelan una reducción superior al 75% de las aportaciones del Júcar al humedal desde 1980 hasta hoy.

Calidad

Hasta principios de la década de 1960 el lago, aunque muy reducido y sometido a un régimen artificializado, presenta una extraordinaria calidad en sus aguas que sustentan una rica y variada flora y fauna acuáticas.

Es con la construcción, en los años 50, de los sistemas de alcantarillado en las poblaciones ribereñas y con el enorme auge que experimenta el sector industrial en el área metropolitana de Valencia y otras áreas de la cuenca de La Albufera, cuando ésta empieza a recibir grandes volúmenes de aguas fecales urbanas y residuales industriales, que causan una crisis de contaminación sin precedentes, derivándose la pérdida de gran parte de las poblaciones naturales ligadas al medio acuático del lago y, consecuentemente, el empobrecimiento general del ecosistema.

En pocos años el lago evoluciona rápidamente hacia un estado de máxima eutrofia, que se traduce en una desmesurada proliferación de la biomasa fitoplanctónica, constituida casi exclusivamente por cianobacterias (también llamadas algas verde-azuladas; son estos microorganismos los que confieren el característico color verdoso a las aguas del lago) y en un gran aumento de la turbidez, que limitan el paso de la luz a unos pocos centímetros más allá de la superficie.

En estas condiciones, las praderías de macrófitos acuáticos, sin posibilidades de captar la radiación solar que necesitan para llevar a cabo la fotosíntesis y germinar, y afectadas también por los productos fitosanitarios cuyo uso en la agricultura se generaliza en el área en esta época, entran en regresión, desapareciendo totalmente del lago en la primeros años de la década de 1970.

¿Qué es un lago hiper-eutrofizado? El crecimiento explosivo en el fitoplancton (las micro-algas que dan el color verduzco al agua) debido a la carga de materia orgánica en el agua urbana y agrícola hace aumentar el pH, lo que provoca la transformación del nitrógeno presente en el agua en compuestos amoniacales tóxicos para los peces más delicados. El fitoplancton hace la fotosíntesis por lo que produce materia orgánica y respira oxígeno por la noche. La saturación de fitoplancton deriva en alta producción de sulfhídrico (por descomposición de tanta materia orgánica) y bajones nocturnos en la concentración de oxígeno (creando condiciones de fuerte anoxia o falta de oxígeno para muchos organismos acuáticos que necesitan respirar y haciendo aún más tóxicos los compuestos amoniacales formados). El zooplancton queda desplazado abrumadoramente por el fitoplancton, liberando a este último de su mayor "depredador". Por último, el exceso de fitoplancton aumenta la turbidez del agua e impide que la luz llegue al fondo del lago, imposibilitando la supervivencia de las plantas acuáticas superiores que frenaban el efecto erosivo del oleaje contra la vegetación de islas y orillas.

Las consecuencias de esta pérdida sobre el ecosistema lacustre son enormes. Por un lado, la diversidad biológica del lago cae en picado. La gran mayoría de los invertebrados asociados a la vegetación acuática desaparecen con ésta, y con ellos los organismos superiores a los que mantenían, que se reducen a un mínimo de especies en el caso de los peces, o se ven obligados a buscar nuevos lugares de alimentación, como ocurre con anátidas y fochas, cuyas poblaciones en la zona disminuyen drásticamente.

Especies de gran valor como las gambetes (Atyaephyra desmaresti, Dugastella valentina y Palaemonetes zariquieyi), el petxinot (Unio elongatus), peces ciprinodóntidos endémicos (fartet –Aphanius iberus- y samaruc – Valencia hispanica-), la lubina ó llobarro (Dicentrarchus labrax) y la anguila (Anguilla anguilla) dejaron de verse por el lago o son mucho más raras de encontrar.

En los últimos años, la entrada en funcionamiento de plantas depuradoras y colectores ha mejorado la calidad del agua, pero aún queda camino por andar.

Proceso de aterramiento y erosión

Al desaparecer las praderías también desaparece su efecto protector, modificándose radicalmente el régimen sedimentario e hidrodinámico en el lago, pasando de una situación en la que imperaban condiciones de sedimentación positiva en el entorno de las matas (islas de vegetación y comunidades vegetales de las orillas favorecedoras de su expansión, a la actual, en la que La Albufera se encuentra dominada por fenómenos erosivos. Las olas empujadas por el viento, sin ninguna traba que disperse su energía y frene su movimiento, rompen con toda su fuerza contra las orillas, removiendo los finos sedimentos del lago, alterando los perfiles suaves, desenraizando la vegetación y socavando las matas, que se disgregan con gran rapidez. Un estudio de 1997 concluyó que, entre 1973 y 1994, la superficie total de las matas del lago de l’Albufera se había reducido en un 20%.

Aunque las albuferas son sistemas que evolucionan de forma natural hacia su colmatación, la velocidad a la que este proceso se produce puede verse alterada sustancialmente, tanto en sentido positivo como negativo, por la intervención humana.

En el caso de L’Albufera de Valencia, la conclusión de todas las infraestructuras de saneamiento planeadas, la realización periódica de campañas localizadas de dragado y, fundamentalmente, el aumento de las aportaciones de agua en cantidad y especialmente en calidad, representan las claves para recuperar su buen estado ecológico y garantizar la conservación a largo plazo de tan singular ecosistema.

Urbanización de la Devesa

Hay algo que desconcierta a quienes visitan por primera vez el Parque Natural y sólo han oído hablar de sus múltiples valores naturales: Al acercarse al bosque de la Devesa, saliendo de entre los árboles y superándolos abrumadoramente en altura, varias decenas de edificios imponen su presencia. Son el recordatorio más evidente del momento histórico en que l'Albufera de Valencia estuvo a punto de cambiar su destino y convertirse en una extensión urbanizada de la ciudad. No corrió la misma suerte que otros espacios costeros y se salvó, pero las cicatrices son perceptibles.

Grandes edificios construidos en medio de la Devesa
Grandes edificios construidos en medio de la Devesa

En los años 50 el bosque de la Devesa estaba prácticamente intacto. Salvo las pedanías de Pinedo y el Saler, alguna que otra pequeña edificación de la franja costera, el camping y las casas de los guardas forestales, el resto estaba lleno de pinos, dunas, vegetación baja... Los habitantes de la ciudad de Valencia solían pasar los domingos de picnic en la pinada, aparcando el coche bajo los árboles y disfrutando de una paella con la familia y, quizás de un bañito en la playa.

Recién comenzada la década de los 60 el Ayuntamiento de Valencia, siguiendo la tendencia general en la costa mediterránea ibérica, decidió sacar provecho económico de su trozo de costa. Así empezó un plan de urbanización de la zona que buscaba su transformación en un complejo turístico y de viviendas que atrajera inversiones y diera acogida a multitud de turistas en busca de sol y playa. El precio sería muy alto: las carreteras, torres de edificios, el club náutico, un hipódromo, los hoteles... estarían sobre aquella pinada que tanto disfrutaban los habitantes de Valencia.

Comenzaron las obras y las talas, pero la sociedad civil, pese a la falta de costumbre de procesos participativos bajo el régimen franquista, manifestó bien alto su oposición a aquel Plan que pretendía robarles el tesoro heredado de sus abuelos. Asociaciones, colegios profesionales, facultades universitarias, periodistas, ciudadanos a título individual... los diarios reflejaron durante casi 10 años la polémica abierta entre aquellos que deseaban conservar la Devesa como bosque mediterráneo y aquellos que deseaban transformarla en un completo resort. Fue quizás el primer movimiento social ecologista en la España de Franco.

En 1981 el Ayuntamiento de Valencia recogió el sentir ciudadano, paralizó el plan de construcción de la Devesa y reorientó su gestión hacia la conservación de sus ecosistemas.

De aquella época quedan, en medio del bosque, 29 torres de apartamentos (de más de 12 alturas), dos urbanizaciones, dos grandes hoteles, una autovía que separa el Saler de los campos de arroz, un lago artificial, un campo de golf... Además de los kilómetros y kilómetros de carreteras, tuberías, alcantarillas... todos sin uso. Otros elementos construidos fueron revertidos: El malogrado hipódromo es ahora reserva integral de naturaleza y Centro de Interpretación del Parque Natural, el paseo marítimo fue derribado y las dunas y malladas regenerados... Periódicamente se retiraron tramos de las antiguas carreteras, dejando en su lugar estrechos viales de acceso para vehículos de extinción de incendios.

Historia del desastre que no culminó

El 1962 el Ayuntamiento de Valencia autorizó la realización de un Plan de Ordenación del Monte de la Devesa, al tiempo que se cedieron terrenos al Ministerio de Información y Turismo para la construcción del campo de golf y el Parador de Turismo Luís Vives. En 1965, con las obras del Parador y el campo de golf en marcha, el Ministerio de Vivienda aprobó definitivamente el Plan de Ordenación. El Plan recogía la construcción de autovías, torres de apartamentos, un paseo marítimo, restaurantes, urbanizaciones, grandes hoteles, comercios, un club náutico, unifamiliares...

La Real Sociedad Española de Historia Natural fue la primera en mostrar públicamente su oposición al Plan afirmando en 1966 sentirse “inquieta hoy más que nunca por la suerte que pueda correr este lugar incomparable, ante el anuncio de una serie de complejos edificables proyectados, algunos de asombrosa envergadura...". A este posicionamiento se unieron la Facultad de Ciencias y, en 1970, el popular periodista ambiental Félix Rodríguez de la Fuente, que en su programa televisivo "Fauna Salvaje" y en diversos foros comentó "la triste situación de la Albufera y El Saler". La polémica estaba servida con artículos en prensa por parte de biólogos, técnicos, periodistas y políticos a favor y en contra de urbanizar el bosque de la Devesa. Se trataba de uno de los primeros movimientos que se puede considerar como ecologista en la España de Franco.

Frente a los que defendían la construcción de edificios poniendo en alza el impulso que obtendría la ciudad de Valencia como foco turístico, otros lamentaban la pérdida de un tesoro natural que pertenecía a todos. Mientras el debate público tenía lugar y el clamor popular era evidente, las parcelas de la Devesa se iban. En 1973 cuando el Plan de Ordenación ya había reducido el bosque de la Devesa al 70% de su superficie anterior, el Ayuntamiento decidió realizar un nuevo estudio "según el latir del pueblo valenciano". Unos meses después se presentaba el "Plan de Remodelación del Saler" nacido del nuevo estudio pero con espíritu similar a su predecesor. De nuevo los periódicos reflejaban el descontento de amplios sectores de la sociedad como periodistas, asociaciones, ciudadanos... hasta el Colegio de Arquitectos, el Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias, el Ateneo Mercantil, la Escuela de Arquitectos... A las numerosas impugnaciones particulares al nuevo Plan se sumó una impugnación colectiva abalada por 15.750 firmas. El lema "El Saler per al poble" se impuso como idea mayoritaria.

En 1976 se elaboró la tercera versión del Plan, pero en 1977 todavía se seguían talando pinos para construir torres proyectadas 4 años antes.

Finalmente, en 1978 se encargó la realización por un equipo interdisciplinar de un Plan Especial de conservación y mejora del ecosistema de la Devesa-Albufera. En 1981, con la primera corporación municipal elegida democráticamente, se empezaron a ver los primeros cambios en la gestión de la Devesa, esta vez con criterios proteccionistas y enfoque en la concienciación ambiental.

Tráfico

La situación del Parque Natural de l'Albufera, justo al sur de una ciudad de más de 800.000 habitantes como Valencia, lo convierte en lugar de paso de un gran número de vehículos.

La llamada Pista de Silla (carreteras V-31, E15, A7, AP7) bordea el perímetro oeste del Parque Natural y supone la principal conexión con la capital regional desde el sur. Su alternativa más directa es la CV500, que a lo largo de 27 kilómetros cruza de norte a Sur el Parque Natural. Más de 8 kilómetros de esta carretera se despliegan como una impactante barrera entre dos biotopos interdependientes: el bosque de la Devesa al este y el lago y su marjal al oeste.

 Vista de la CV500 que atraviesa el Parque Natural
Vista de la CV500 que atraviesa el Parque Natural

Son muchos los animales que deben cruzar esta vía... y demasiados los que perecen en ella atropellados. El efecto barrera de esta vía de comunicación es tal que se ha llegado a considerar una de las carreteras con más mortandad animal relativa de España (Estudio de la Coordinadora española de Organizaciones de Defensa Ambiental – CODA, 1991). Entre los animales más afectados por atropellos se encuentran el ánade azulón, el conejo común, la jineta y varios reptiles.

La intensidad media diaria (IMD) en la CV500 se calcula en más de 18.000 vehículos en la zona de autovía, en más de 12.000 entre el Saler y el Perelló y en más de 9.000 de esta localidad hacia el sur (años 2002-2007).

Los tipos de uso de esta carretera se podrían dividir en tres grupos:

  • Habitantes del Parque Natural que se dirigen a Valencia u a otros puntos. Este tráfico adquiere más importancia en verano, cuando la población residente dentro del área protegida se multiplica al cambiar muchos ciudadanos a su segunda residencia, con horas punta a primera hora de la mañana y última de la tarde. El mes de mayor tráfico en esta carretera es julio.
  • Vehículos que cruzan el Parque Natural para llegar a otro destino fuera del mismo. Tráfico fácilmente evitable si se estudia la alternativa de la Pista de Silla, de varios carriles, menos atascos, mayor velocidad y similar distancia.
  • Ciudadanos de fuera del Parque Natural que acuden con sus vehículos al área protegida. Generalmente en verano, para hacer uso de las playas o para comer en alguno de los restaurantes del área protegida. Este tipo de desplazamientos provoca grandes atascos en las horas punta.

Paja de arroz

Todos los años, tras la cosecha de arroz en el Parque Natural de l’Albufera, la paja queda tendida en los campos. La solución tradicional para su eliminación ha sido quemarla en los arrozales. Esto provoca un fuerte impacto ambiental (por emisiones de gases con efecto invernadero y por degradación de hábitats) y social. Al mismo tiempo que aparecían las columnas de humo en los alrededores del lago, comenzaban las llamadas de protesta de multitud de vecinos del entorno del Parque Natural (quejándose de dolores de cabeza, asma, rinitis, ropa tendida sucia, cenizas sobre los automóviles…) debidas a las partículas en suspensión originadas en la quema de paja. Este problema, repetido en muchos lugares del mundo, ha llevado a la progresiva prohibición de la quema de rastrojos a escala global, en el mundo desarrollado.

 Quema de la paja del arroz
Quema de la paja del arroz

Existen dos alternativas a la quema de paja de arroz, prácticas que ya se están llevando a cabo en otros espacios con este cultivo:

  • Retirada de la paja de los campos
  • Triturado de la paja en el cosechado y arado en profundidad (localmente llamado fangueo ) justo después de la cosecha.

Según el estudio encargado al Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), la quema de paja de arroz en el Parque Natural de l’Albufera podría suponer la emisión de 2.074.250,47 Kg de CO2 equivalente.

Antecedentes

Históricamente la paja siempre se ha quemado en el Parque Natural de l’Albufera sin que esto supusiera ningún conflicto o molestia. Esto se debe a que gran parte de la paja producida en los campos era aprovechada para su uso en ganadería, en las huertas, como combustible, para construcción… Sólo una parte era amontonada en los campos y quemada por los agricultores.

Si en parte de los arrozales quedaba en ocasiones paja pudriéndose bajo el agua de la perelloná , no suponía ningún problema debido a que el flujo de agua era muy superior al actual en el sistema hídrico de l’Albufera. Desde los años 80 se ha visto reducido drásticamente el flujo de agua que desde los ríos Júcar y Turia alimenta los arrozales, a través de canales y acequias, para más tarde llegar al lago y finalmente al mar. Los problemas ambientales del Parque Natural de l’Albufera se han visto agravados por este balance hídrico altamente deficitario.

El problema de la paja de arroz también se ve afectado por la escasez de agua. A menor cantidad de agua, mayor concentración de los problemas que suponen la descomposición anaeróbica de la paja. Lo que antes suponía un acontecimiento menor que quedaba diluido, ahora tiene efectos sobredimensionados por sucederse en un escenario de caudales deficientes, no suficientes para limpiar los restos de la descomposición de la paja que pudieran quedar en los campos.

Política agraria comunitaria

Todos los agricultores arroceros del Parque Natural se acogen a la Política Agraria Comunitaria (PAC) para cobrar las ayudas agroambientales, las cuales suponen aproximadamente la misma cantidad de dinero que obtienen por la venta del arroz. La PAC, que en la Comunitat Valenciana se concreta en el Programa de Desarrollo Rural (PDR) recoge ciertas  medidas agroambientales como la “Conservación de humedales mediante el mantenimiento del cultivo del arroz”. Como consecuencia de esa medida agroambiental de la PAC, se establecían desde hace años unas compensaciones a los agricultores de las zonas húmedas, a cambio de ciertas restricciones en las prácticas de cultivo del arroz:

  • Mantener inundada la superficie de cultivo cuatro meses durante el otoño-invierno.
  • Mantener y conservar los diques y compuertas de los arrozales.
  • Racionalizar el uso de los productos químicos.
  • No quemar rastrojos, salvo excepción justificada por razones sanitarias y por evitar problemas fitopatológicos graves.

Es decir, desde hace años los agricultores se comprometen a no quemar la paja de arroz en los campos para cobrar las ayudas. Si bien esto es cierto, también es verdad que durante muchos años se ha seguido quemando la paja, acogiéndose a la excepcionalidad contemplada en anteriores versiones del PDR.

En la última versión del PDR (2007-2013) se incluye, en el apartado 5.2.1.3.2. la medida: “Cultivo sostenible del arroz en humedales”. Esta vez cambia el contenido de los compromisos agroambientales de obligatorio cumplimiento para cobrar los 468,44 euros por hectárea que puede recibir cada agricultor:

  • Llevar un cuaderno de explotación (42 €/ha)
  • Triturar la paja del arroz e incorporarla al suelo o bien retirarla del terreno (89.82 €/ha)
  • Mantenimiento y conservación de los elementos de retención de agua, pequeños diques y compuertas (120 €/ha)
  • OPCIÓN 1: Mantener inundados los campos 3 meses y medio en invierno + escarda mecánica. (216,62 €/ha)
  • OPCIÓN 2: Mantener el rastrojo y la paja de arroz en el campo hasta el 1 de febrero + escarda mecánica (216,62 €/ha)

TOTAL: 468,44 euros por hectárea.

Cabe destacar tres puntos respecto de las ayudas agroambientales en su nueva versión:

  • Esta vez no se incluye ninguna excepcionalidad a la prohibición de la quema de paja de arroz.
  • Los dos compromisos opcionales entre los que los agricultores deben elegir, dividen de facto el Parque Natural en dos áreas: aquellas donde se inunde 3 meses y medio (en vez de los 4 de versiones anteriores del PDR) y aquellas donde no se inunde ni se realice ningún trabajo hasta febrero del año siguiente.

Iniciativas del ayuntamiento de Valencia: Investigación recogida paja de arroz

Aunque en el municipio de Valencia sólo se encuentran el 6% de los campos de arroz del Parque Natural de l’Albufera (952 de las 14.100 Hectáreas totales de arrozal), el Ayuntamiento de Valencia decidió en el año 2001 tomar la iniciativa y experimentar soluciones a este problema medioambiental de la eliminación de la paja de arroz, que si bien es mayoritariamente externo a la localidad, afecta a sus ciudadanos.

El Ayuntamiento de Valencia, con el apoyo de la Comisión Europea, lanzó dos proyectos piloto para investigar más sobre los efectos de la quema de la paja de arroz. Los proyectos experimentarían además una de las dos alternativas que existen a la quema de paja, aparte del arado en profundidad; experimentaría sistemas para la recogida de la paja de arroz de los campos a pequeña escala. Por último se estudió la reutilización de la paja recogida en diferentes usos.

Proyectos Piloto demostrativos del Ayuntamiento de Valencia Programa LIFE de la Comisión Europea LIFE BIOCOMPOST - LIFE ECO-RICE
  • Estudio impactos quema de paja de arroz.
  • Alternativas a la quema de paja:
    • Fangueo: Triturar la paja + incorporarla al suelo.
    • RECOGIDA DE LA PAJA: Experimento piloto a pequeña escala (6%)
  • Potenciales destinos productivos para la paja de arroz recogida

Desde el 2001 hasta el 2007 se han sucedido dos proyectos piloto demostrativos, Biocompost y ECO-RICE, de los que se obtuvieron tres conclusiones:

  • El embalado de la paja y su retirada de los campos es posible.
  • Es posible vender la paja de arroz para la fabricación de mantas vegetales, para su uso en ganadería y para la elaboración de compost, de forma que se ahorren los costes de recogida y distribución de la paja.
  • Esta solución (la retirada de la paja del campo), solo es extrapolable a la totalidad del arrozal del Parque Natural, en combinación con la trituración e incorporación de la paja en algunas zonas.
  • Según estudios del IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias) recogidos por el Proyecto ECO-RICE tanto la retirada de paja de los campos, como su triturado e incorporación al suelo no presentan impactos agronómicos perceptibles, frente a la quema.

Como bien indica el carácter piloto y demostrativo de Biocompost y ECO-RICE, el objetivo de estos proyectos siempre ha sido experimentar alternativas y entregar las conclusiones a las autoridades competentes en temas de agricultura, y nunca solucionar por completo el problema de la quema de la paja de arroz, asunto que se escapa de las competencias de la corporación local. De hecho el ámbito de actuación solo era el arrozal del municipio de Valencia. Ambas iniciativas fueron consideradas muy exitosas por la Comisión Europea, ya que cumplieron su objetivo de aportar conocimiento experimental para que se tomaran medidas.

¿Quieres saber más sobre las iniciativas para encontrar alternativas a la quema de la paja de arroz?

-Proyecto LIFE Biocompost -Proyecto LIFE ECO-RICE